El regimen sirio, que no tolera ninguna oposición en casa, apoya a terroristas de todo tipo en el extranjero y elimina a los líderes políticos extranjeros que cometen la temeridad de oponerse a la explotación de su país, continúa intentando maquillar de democracia su dictatorial sistema piramidal.
Tres sucesos a lo largo de las dos últimas semanas proporcionaron una visión clara de la naturaleza del régimen sirio: La publicación de los resultados electorales oficiales, la respuesta a la decisión de la ONU de establecer un tribunal en materia del asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri, y el asesinato de Walid Eido, legislador libanés antisirio y prominente partidario del tribunal.
Tras su primera ronda de elecciones parlamentarias en abril, Siria celebró sus elecciones presidenciales en las que el Presidente Bashar Assad se presentaba como único candidato a otro mandato de siete años. Como era de esperar, el dictador sirio ganó otra victoria por goleada, recibiendo alrededor del 97,6% de los votos, con una participación difundida de alrededor del 95%. Realmente los resultados se anunciaron un día más tarde de lo esperado debido a “la masiva participación” según la Agencia Siria de Noticias (SANA).