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Cuando se conoció la noticia del complot iraní para asesinar al embajador saudí en Estados Unidos Adel al-Jubeir, muchos reaccionaron con escepticismo. Para algunos observadores occidentales, el hecho de que un régimen islámico cooperase con traficantes mexicanos de drogas, y la naturaleza aparentemente torpe de la operación entera, arrojan dudas sobre la validez de las denuncias de la administración Obama.
En medio del intenso debate en torno a las intenciones iraníes y teniendo en cuenta los anteriores fracasos estrepitosos de la Inteligencia estadounidense y las negativas iraníes, esta conclusión puede parecer inevitable. ¿Pero lo es?
Irán está ubicado en uno de los corredores de circulación del opio más importantes, entre los productores de Afganistán y los consumidores de Europa y más allá. La Agencia de la Droga y la Delincuencia de las Naciones Unidas calcula que casi el 60% del opio de Afganistán atraviesa de contrabando la frontera de Irán, y una porción importante es decomisada por el gobierno iraní.
Poco después de la Revolución Islámica de 1979, con las bendiciones del ayatolá Jomeini, se inventó la “Oficina de Libertad de Movimientos”. Bajo la dirección del hijo del ayatolá Montazeri, Mohammed, y su cuñado el clérigo Mehdi Hashemi, el principal objetivo de la instancia era apoyar a los grupos aliados en el extranjero. Continue reading